martes, 6 de mayo de 2008

Regreso






A veces cuando anochece me dejo perder entre tus pestañas. Acunándome en los cuentos que susurras a través de las nubes, me despeño por soledades insípidas, jurando y perjurando que no quiero volver a verte aunque te desee a cada minuto que cierro los ojos.
Me siento estúpida y corrompida por un tiempo que no me pasa. Raída por los aires del sur y de levante que mueven las cortinas del cuarto donde dormito las tardes de lluvia. Sedienta de aguardiente, cal, limón y sonetos entonados a media voz.
Me despiertas a media tarde ondeando la bandera de las cosas bien hechas, proponiendo un nuevo juego donde perderme sin sentirme y donde sentirte a ti y a tu piel y a tus labios, sin contar con los lunares que salpican tu estómago, sea lo único posible y plausible.
Atraviesas rasgando con tu espada de dolores mis momentos de delirio, cuando grito sin descanso durante horas, recordando porque sigo aquí anclada sin poder moverme ni moverte de la mitad de mi camino.

Y la cama es grande. Y la siento sola.

Y mi piel está fría y cargada de segundos a escondidas.
**

3 comentarios:

Cristina Castro Moral dijo...

La cama grande dice... te acuerdas de la última noche en Antequera...? Has dormido alguna vez en una cama más pequeña...?

:)

Me encanta lo que escribe, me encanta usted!!

Un besito para mi Mamánzanita

Victoria dijo...

Me gustan las sensaciones que despiertas con tus palabras. Eres impactante.

mMuacks:)

SOMMER dijo...

La soledad que lo inunda todo. Sobremanera si está cargada de añoranzas y recuerdos, de sueños incompletos.

Abrazos