miércoles, 31 de octubre de 2007

Thinking of a soul

Lo peor viene al estar sola. Al final; en tu principio.


Cuando no se que hacer, ni que decirme al oído, a tientas y a calladas. Cuando me da por pensar cosas imposibles, inalterables y de color azul.

Entonces es cuando miro bajo las sábanas de algodón 100%, que me dicen verdades a trazos negros.

En una cama que me supera, que se me hace grande por los cuatro costados, por el largo y por el ancho.

Me pierdo en sus alaridos nocturnos, en sus mares de acero candente, en sus posters de pared blanca y rugosa.

Y aún así pertenezco a este lado del mundo. Pese a sentirme parte de la hierba del patio de atrás.











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miércoles, 24 de octubre de 2007


¡Asústame! Que saldré corriendo por mar o aire. O me diluiré en gotas de compatibilidades idiotas, para mojarte las mejillas y sonrojarte las rodillas que tanto me gusta acariciar cuando nos arremolinamos en los bancos del parque.

Grítame a los cuatro vientos que me odias. Que nos desprecias a los dos por separado, cuanto más mezclados en la probeta de laboratorio que son los momentos de silencio agudo y punzante que compartimos sin mirarnos a los labios.

Voy a echar a remar, te aviso. Y no volveré a puerto más de dos veces, porque prefiero seguir pescando sueños en alta mar. Dejándome vapulear por olas cargadas de espuma que encharque mis pulmones.


Me estigmatizo a cada paso que doy a compás de tambores de hojalata.


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sábado, 20 de octubre de 2007

Praha




Hoy me he vuelto pequeña. En realidad llevo días empequeñeciendo pero hoy ha llegado esta foto a mi memoria y me he hecho "chica" del todo.
Se trata del primer resquicio de mi libertad. La libertad plena que consegui antes de cumplir los dieciocho, el triunfo que nunca anhelé por creerlo imposible.
Estoy anclada a los recuerdos más que nunca y es posible que la melancolía invada mi actual día a día, pero me siento bien. Es una estabilidad emocional y unidireccional que me mantiene en vilo. Y sobre el hilo invisible.
Tengo ganas de todo y de nada. De reírme y de llorar. De "jartarme" y atiborrarme de momentos que en realidad no son importantes.
Pero es que a veces, lo insignificante, es esencial.



Solo eso. Y punto y aparte.



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martes, 25 de septiembre de 2007

Arrumacos



Ríos de tinta, carnicería de corazones.



Pseudo (des-) inspirada.



Caminito y vuelta.



Y dos soles para un sólo día, único y de siete horas.






A falta de fotos,

buenos son cuadros.

Hoy, Signac.

martes, 18 de septiembre de 2007

Trapecios

Generando miserias llegué a un callejón sin nombre.

Los vasos a medio llenar
por colores opacos y nublados
de gotas del alcohol ínfimo
y catecista de sus ojos.

Las luces a medio encender
tornadas impolutas y sinceras
del ambiente ambivalente
de sus palabras.

La música a medio sonar
alcanzando corcheas imposibles
en el pentagrama perpendicular
de sus manos.

El viento a medio soplar
entre nubes de golosina
y azúcar moreno encendido
en su memoria.

Los pasos a medio pisar
en un camino fangoso
y florido a los pies
de su arbitraria orientación.

Crápula disipado por el color
de la noche encendida
por farolas de terciopelo.

Depravado compañero de infortunios
atorando verdades con la lengua bífida
por la que silva atrocidades
de sabor mentolado.



Así me acompaña en la noche en la que me pierdo.



Diluyendo la realidad a buchaitas.

lunes, 17 de septiembre de 2007

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Trepando entre tormentas vuelvo la vista atrás.


Porque veintiuno son muchos y pocas mentiras dichas.
Porque veintiuno pasa de veinte y las dos décadas son un cataclismo en mi memoria.
Porque vuelto del revés, es el número doce y no el catorce.

Por eso y más.

Por los cuentos para no dormir, las noches con la luz encendida, las escaleras que daban miedo, los gatos que durmieron sobre mi cama y a los que asusté.
Los mercadillos de regalos inciertos en la puerta de mi casa, las mañanas y las tardes en una piscina llena de largos, las pandillas, el poli y ladrón y el escondite.
Los momentos temidos en la pared de la cafetería, las zanahorias del instituto, las piedras lanzadas al colegio enemigo, los odios, las sonrisas y las fuentes del patio del recreo.
Los bancos que recogen historias, las noches en la playa, socorristas y banderas. Los carnavales de Cádiz, las diosas malas y las elfas inventadas por Ro.
San Juan, los acontecimientos del verano y la sangría de diez en diez litros; la época heavy, las pulseras de pinchos y el negro como mejor amigo.
El autobús y la línea 35, el Clío que me dio la vida hace dos años, la dirección insistida y la pasión por conducir, como el BMW.
La ginebra, el martini con blue tropic. Las excursiones a la granja escuela, el hombre rojo y buscar piedras que creíamos diamantes.
Irlanda, Gales y los italianos con los que me entendí chapurreando fábulas. Praga y su reloj, Bolonia con cerveza de fondo, Venecia que me dio la bienvenida, Florencia y Hallowen. Siempre compañeros. El erasmus que nunca tuve y tendré; ecuador en Alemania, viviendo de poco y disfrutando de todo. Mochilas a cuestas, alemanes que nos miraban raro, Copenhague y los daneses a los que nos llevaríamos a casa.
Madrid…¡Que decir! El miedo por nada, los momentos mágicos, los zulos de seis metros cuadrados y sin cuadrar. El sentimiento novato que nunca olvidaré. Partidos, victorias y derrotas sentidas; juegos, alianzas y sueños por contar que aún nos quedan por que somos muchas.
Los amigos perdidos, los conseguidos, los NMA y los que nunca se moverán de mi lado porque empeño mi vida en conservarlos.
Mollina y sus historias, las mantas, las estrellas, el café insomne, las manzanas que me dieron un nombre, una vida, y la afinidad encontrada en quilos de dulzura y pasión.


Los veintiuno cargados y abotargados, que retienen minutos, horas y tiempos incomprensibles. Que lloran y sonríen. Que gritan, aplauden, encienden, parpadean y suspiran por ocurrir de nuevo.
Porque entre todos no podría elegir.

Porque Veintiuno llega con orgullo y la cabeza bien alta
.





Patas de gallo empapadas de lo mejor.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Madrid susurra al oido

Atrapando moscas con la lengua
ve lo convexo de la mirada
idiota y malherida por el sinsabor
de los labios que no quieren besarle.

Atrapado en la tela de araña
de la inocencia incierta,
pierde la ropa en la selva
de las palabras encantadoras
de serpientes.
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El cielo se torna azul y verde,
sin ser naranja, y las esquinas
de la piel se atropellan en la
carrera loca por volverse
círculos de sangre.

Los transeúntes inútiles
de sí mismos
trazan eses con sus pasos
de ciego y borracho,
descarriados por el olvido.
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Olvidado y sin rumbo
se siente zombi sin serlo
haciéndole estallar en carcajadas
de naranja y menta,
como el After Eight.

Amenazado por las aguas cristalinas
de un río sin corriente ni canchales,
remonta el curso con un cadáver
exquisito entre los brazos de plomo.


Y se acuerda y recuerda

viernes, 7 de septiembre de 2007

Besos de ventanas abiertas


Las cosas fingidas son cosas hechas con arte. Arte de retahílas y cuentos, en los que no salen princesas.

Ahora, bebiendo y fumándome la vida, a cada suspiro y cada trago, estoy llegando a aprender a fingir. A no verte y no oírte. A tenerte lejos. A susurrar tu nombre solo cuando no me escuchan, con la impaciencia de saber que no me puedes tocar.

Ahora que no puedo, quiero. Pero seguro que dejaré de querer cuando pueda saborear las mieles del invierno. Cuando el frío no me deje moverme de mi estado (in)gravito.
Cuando el día, la hojarasca errante, el mercader de la esquina, dejen de llamarme a gritos, sin ser yo la que responde.

Ahora, todo es así y da igual. Porque en este instante, que no pasará nunca por el reloj de mi cocina, yo no estoy llorando para nadie.

Porque mis lágrimas son el agua que beberé en la cena.

Y ya no finjo; es triste no entender el arte de entenderte.




lunes, 3 de septiembre de 2007

Zarandeando tretas del destino


Catarsis de músculos rotos,
endorfinas mutantes agitando
cerebros de plastilina y miel.

Parquímetros de verdades,
cuchillas de afeitar escombros,
retahílas de los versos
encendidos en las ramas de un ciprés.

Pizpiretas con narices rojas.
Muñecas de papel y trampas
sonrojando margaritas
al tiempo de granizo y piel

Borbotones de insultos nocivos
escupidos con hambre y sin ganas.

Nieblas y artimañas
en un vaso de sorbete de limón.
Mezcladas, turbadas y vomitando
lechuzas de ojos pardos.



Así me siento, sin sentido alguno.

sábado, 1 de septiembre de 2007

El teatro de la vida



Suspiro.
Suspiro y entro.
Suspiro y las voces hablan por mí.
Los focos cegadores, las luces de una escena cuidada, las sombras del patio de butacas
extendidas a un fin oscuro, penumbroso.
Los susurros, las miradas cruzadas, las manos de un marido tembloroso, una puerta que se
tambalea por el ímpetu del comienzo.
Una tos, un guiño furtivo, un apretón de manos bajo las faldas. La complicidad aparente, todos a
una de una vez por todas. Por todas y durante un fin de semana eterno, suspendido en
coordenadas invisibles, donde el tiempo pasa en cuentagotas. Tres días de certidumbre que
eclosiona tras tres meses de instantes de temor.
Cuando el público ríe, mi cuerpo suspira. Expulsa a bocanadas el aire constreñido en los
pulmones. Nadie lo nota, pero yo suspiro hasta deshincharme y desaparecer.
Después de tanto, de tan poco, la mente se hace pequeña, solo queda el disfrute personal de
colgar una sonrisa de tu cara. Satisfacción, sentimientos contrariantes y contrariados, risas,
lágrimas, temor, suficiencia, valentía, apoyo, moral y mucha mierda. Y rapidez, compenetración,
nerviosismo, acciones confundidas, palabras que parecen querer trabarse en la lengua, escaleras
que crujen y dan miedo, carreras en los vestuarios, cambios de peinado, apretones de manos,
abrazos, bien hecho amigo.
IMPROVISACIÓN, de la que saca de apuros, de la que se disfruta en el ultimo día, cuando tu eres
el que escribes tu papel, del final al principio.
Suena la música. Saltos, luces, apariciones estelares, regalos para el recuerdo.
A mí, solo me cabe suspirar.





Emitiendo desde Madrid, anhelo y memorias.
Y por fin, ¡tristrás!

miércoles, 29 de agosto de 2007

Trizas de trigos tristes

En la cúpula de algún cine de verano
se proyecta la película de Vida.
Existencia serena y maldita
por los pasos que resuenan
en los ecos de la memoria
catalizada por algo de gasolina espesa.

Atravesando calles Vida se ríe
y segando campos escupe miserias
por encima del hombro.

Enroscando perlas en su cuello desnudo
contonea las caderas
en un vaivén de cal y huesos.

Rompe y rasga mentiras de azúcar.
Fusila trapecios que cuelgan del aire,
sonrojados y marchitos por el color
de nubes que trasquilan el cielo.

Y Vida se contenta travesureando
botando la pelota de acero y miel,
pegajosa y compacta que late soplidos.

Se aventura a vivir sin tope,
alargándose indefinidamente atroz,
tejiendo colchones para recostar sus ideas,
puntilleando cuadros con un pincel
de papel maché y cartón piedra.

Telefoneando anuncios que no venden nada.
Amándose con todo lo que se ponga
por delante, con valentía sulfurada.

Vida ruge y sierra y escala
montañas de hielo y mantas.
Pisotea tumbas plagadas de flores
y tierra, removida por el tiempo.

Esconde la llave Vida,
no vayas a perderte de camino a casa.


Cuando la Noche se haga con lo que tú llamas (en)sueño.

martes, 28 de agosto de 2007

Trazos cercanos a un otoño prohibido

Ojos como platos y una noche llena de memorias que guardar en el rincón de los secretos para siempre. La última noche de un verano sin pasada, recordado por los picos de los momentos felices, como en la gráfica de una verdad fingida.
Luces de la noche que no ciegan, que sonríen descaradamente al cielo.

Instantes de amor descontrolado en los baños, pillados en un sortilegio prohibido; abrazos repartidos a diestro y siniestro, haciendo nuevos mejores amigos a cada momento aprovechable.
Bailes amarrados hasta el amanecer, en algún jardín perdido en la memoria, con sillones hechos con nubes de comodidad. Sombreros de paja que tapan un sol no querido y tan deseado en el no frío del amanecer.

Controles policiales que estremecen la piel, apostados en esquinas de fuego, con luces llameantes a la orilla del río.
Y las tramas infinitas, los cigarros a medio fumar acompañadas por la suave letanía de un cubata, dos de hielo, mitad y mitad. Pasión en besos fugaces que nos demuestran que no nos hemos perdido en el humo y la noche.
Los antros de siempre, las entradas masivas en los bares a punto de cerrar, los 2X1, las canciones de ayer, de hoy, de mañana y de cuando no suena la música.
Playas que se comen la arena a bocados, engulléndola y engulléndonos a nosotros en una huida atemorizada por un acantilado imposible.

Las carreras en coche, las agentes de la noche, la pluralidad de idiomas, inglés, francés, ahora español. Las fotos sin sentido, las copas de una francesa que se atascaba en el cuatro contando hasta ocho. El Laúl, el grande y el chico; el Arriate y su albero, sus luces, nuestros gritos contenidos y una rizosa haciéndonos reir.
El mirador de las redes, el “portuenze” donde las primas hicieron promoción, el italiano perdido que llegó en mitad de agosto. La fuente y sus charcos, las recogidas de botellas para no dejar de beber. El parque hasta las seis, casi haciéndose de día.

Las puestas de sol, el gazpacho, la tortilla y la ensalada de pasta. La cena delicatessen y el alma “pureta” que asoma la cabeza por la rendija de una puerta entreabierta. Las noches con el vaivén de las olas, las antorchas que queman cabellos, las sillas que se bambolean en la arena.
Los novios nuevos cada noche, para todos, para todas. Los saludos, las escondidas, las llamadas absurdas porque son gratis. Las babosas que se queman con sal, los madrileños que cambiaron nuestros aires por una semana; los tatuajes de mentira, de los que se pegan con hielo; el ansia de las pipas, saladas y picantes. Los sones de las guitarras de nuestras emisoras FM.

Azotes por el mal comportamiento, patios andaluces en ciudades checas, con geranios y banderas. Gente que nos visita, que nos disfruta, que lloran por irse y sueñan con quedarse.
La música flamenca, Muchachito, Ojos de brujo y amigas famosas, Delinqüentes y demás bandas sonoras.
Huecos con relámpagos, chupitos de fresa, camareros que nos quieren y miman, música en directo, cervecitas sin control, aparcamientos que son nuestra casa.
Todo esto y mucho más, más que queda por venir.

Quemamos de fuego, de alegría, de recuerdos que se acumulan en un baúl cerrado a cal y canto. Baúl que guardo con delicadeza en la memoria. Baúl que abriré otro día y me hará estallar en risas.
Me Da Miedo Abrir los ojos y no veros, aunque sé que estáis ahí. Porque lejos, aunque cerca, no dejo de escucharos, ni de oleros ni de sentiros.
A los que os vais, en esencia, os quedáis con nosotros, muy cerquita y muy juntitos. Porque todo lo que os quiero no se puede guardar en las decenas de rincones de este puerto que hemos hecho nuestro, para uso y disfrute personal. Para extender raíces, crear círculos, trazar mentiras que no nos contamos.

Nos gusta la noche, el día poco más.
Pero sin duda, las raves son lo nuestro...

jueves, 23 de agosto de 2007

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Y vuelta a empezar desde el cero escondido.

Cuatro formas de amar,
cinco de mentir,
seis maneras de mirar a los ojos,
siete de romper farolas,
ocho de jugar al escondite.

Piensa, piensa y dime.

Nueve de no sentir escalofríos,
diez para construir caminos,
once modelos de sonrisa,
doce números del revés.

Piensa y no dejes de contar, de contarme.

Trece rosas que se vuelven amapolas,
catorce lluvias sin mojarme,
quince bebidas con burbujas,
dieciséis lágrimas negras de tinta.

Piensa y píntame en un lienzo marfil.

Diecisiete jugadas sucias,
dieciocho miradas sin fronteras,
diecinueve fiestas a la luz de las velas,
veinte primaveras sin flores.

Y veintiún días, años y memorias que se acercan vertiginosamente.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Tercios de batallas perdidas


Gustando gusta la gente las cosas que quieren pasar porque pasan.
No me gusta el tráfico que hace que me sienta con una muñeca de trapo a las manos de un volante que no quiere girar en su dirección insistida (y apalabrada).
Y me gustan los niños que ríen y lloran a la vez. Y los bebés que corriendo se caen y se levantan gustándose a sí mismos sin derramar ni una sola lágrima.
Y me gusta el dolor que siento al pensar que te acercas a mi lado. Que te siento calentando mi oreja y mi ombligo. Y detesto sentirte y no poderte. Y odio jugarte y no morderte. No morderme a mi misma el corazón hasta que sangre la última gota de tu voz dormida.
Y desprecio los sonidos guturales que tus labios hacen al llamarme y al besarme.
Y aborrezco no estrellarte contra un cristal mojado, para que resbales al abismo de la indiferencia.
Y maldigo tu abdomen y tus brazos y tus manchas en la espalda llena de angulosas formas, por no haberse deshecho al calor de un sol de otro planeta lejano.
Y por eso, por todo eso y por más, y por mucho y por menos que no sé decir, por la sombra, el olor a sal, las carreteras eternas, los campos secos de lluvia, las terrazas que miran al mar, los juegos a los que nunca jugué porque no supe, por las partidas de cartas en verano, por las cervezas que nunca tomé contigo, por las noches que me acosté cuando el sol salía, por los árboles que crecen en cualquier lugar, las farolas que alumbran callejones sin pavimentar, por los suelos mojados en los días de aguacero, por los patios de colegio donde gritan los niños, los perfumes que determinan tu olor, el barro que de pequeños moldeábamos con el juego acabado en nova, por el ordenador, que me da la vida cuando la pierdo viendo que te alejas; por los cohetes en las noches de feria, por las hogueras de San Juan que queman dolores, por los títeres y marionetas, por las rejas de una cárcel que podemos romper.
Por el patio de mi casa que llueven los demás, el hico que se perdió en la canción del cocodrilo, las horas de biblioteca en las tardes de playa, los litros de agua que bebí bebiéndote; por las mareas que terminan con excursiones de sol, por el silencio roto del zumbar de una nevera, por los polos turquesas de hombres sin cara; por las cañerías de mi cuerpo que nunca se oxidan, las sorpresas dentro del Roscón de Reyes, por los cumpleaños sin velas sopladas.
Por todo, escribo mis gustos y disgustos, para perder mi conciencia en el camino varado del desengaño.

lunes, 20 de agosto de 2007

Luminarias fugaces


Me gusta el cielo cuando anochece los días de tormenta, frunciendo el ceño hasta hacerse daño, amenazando lluvia y tronando rayos y centellas.
Me gusta el mar embravecido, con olas picadas por la curiosidad de quererse con la orilla. Mareando peces y algas enredadas en sus hilos de miseria.
Me gusta el sexo con sorpresas, de las que arrancan la sonrisa de debajo de la piel mojada. Me gustan las cosquillas en los muslos, con dedos serpenteantes que dibujan arabescos de tinta aguada.
No me gustan las sirenas, ni las manos en mi pelo. Las que huyen ateridas por el frío del Mar del Norte. Ni tampoco las mujeres que no saben taconear rompiendo las aceras a cada paso.
Me gustan los zapatos altos, de los que hacen daño en la almohadilla y apagar colillas con la punta y fumar con la mano derecha y hacer anillas y barcos de papel con el humo. Me gusta el color a tabaco viejo que se pega a tu piel.
Me gusta meterme en la cama con las sabanas recién puestas, cuando están frías en invierno y la carne de gallina aflora al segundo, para asustarte. Y me gusta dormir con dos almohadas, abrazada a una compañía silenciosa e inerte.
Y me gustas tú porque no te gusto. Nos gustamos como el verbo gustar gusta. Porque adorar, amar y encantar no se casan con el ar de las palabras que quiero decirte.
Y gustando y degustando me gusta todo lo que tenga que ver con cerrar los ojos y no ver nada. Solo estrellas que voltean en una oscura mentira fingida.

viernes, 17 de agosto de 2007

Resolución urgente

Me gustan los rincones de chocolate para huir de la sordidez del día desnudo.
Y me gustas tú, y ella que no deja de mirarme, y todas y cada uno de vosotros. Y nadie, porque no me gusta gustar ni que me gusten.
Me gusta el sabor de la sal en el pelo, después de un baño eterno y húmedo; me gusta rebozarme en la arena y perder la conciencia de ser persona. Me gusta y me gusto y te gusta y más.
Pero no me gusta solearme a los cuatro vientos, ni cogerme con pinzas las ideas de las manos, ni treparme el esqueleto hasta llegar al cielo de mi cabeza, asomándome a la ciénaga del olvido idiota.
Me gustan los libros y su olor y su pasta de color caramelo de café. Y las letras fotocopiadas en los folios transparentes y absurdos. Me gustan los versos siniestros y las rimas romanticonas que no arrancan lágrimas ni a las libélulas con sueño.
Me gustan los turbantes de los faquires de los cuentos y las boas que salen de cestas de mimbre amarillo y verde al compás de la música.
Las bellas durmientes que derrochan horas en construir sueños, castillos en el aire que algún diablo soplón derrumbará de un golpe de maldad certera.
Princesas y príncipes alados y sapos, con coronas de espinas doradas que hacen cosquillas. Me gustan los cuentos y fantasías de miel de abeja turulata, pero no me gusta la larga trenza de Rapunzel.

martes, 14 de agosto de 2007

Sonrojando virutas de caramelo


Quiero seguir caminando y no puedo porque mis piernas no responden. Y no respiro, lloro y lloro y no paro de llorar, incapaz de inhalar el aire helado de esta mañana odiosa y temible.
Y la gente camina, sin mirarse ni sentirse y yo sin sentirlos me choco con todos ellos. Con cada uno de ellos a los que grito soledades sin oírlas ni quererlas decir.
Fraccionando el tiempo me he pasado toda la noche, en minutos y segundos débiles y perezosos, de los que no quieren pasar. Tocando su pelo, acariciándolo y rizándolo entre mis dedos he pasado el alba, viendo los primeros rayos rozando la curva de su cadera, acariciándola y robándomela delante de mí.
Sin vergüenza.
Con los lunares de sus ojos y de su espalda sonriéndome burlones, riéndose de mí y de mis deseos de abrazarlos y tocarlos.
Ni sientes ni padeces, ni me miras ni me mientes.
Me asfixias con tus manos, tapando cada poro de mi piel. Recorriendo con tus dedos cada pliego de ignorancia, cada resquicio sordo, lamiendo mis ideas poco a poco y despojándome de cada truco que me sabía, para convertirme en una marioneta al compás de tu tétrica música. Me seduces y repliegas a tus ordenes. Me sometes con palabras que no suenan a nada. En el silencio de una habitación cargada por el vaho de tus labios que no dejan de fotocopiarse en mi piel. Susurrando mentiras de caramelo que se pegan a mis lóbulos aturdidos por el placer que me hacen sentir tus manos. Maestras de las caricias de tus sentidos, cegados por la delicia de tocarnos.
Sin vergüenza.
Y yo sigo perdida sin saber por que lado he llegado hasta aquí.
Porque el camino que tracé con infinita paciencia se borró en el mismo instante en que entré en tu cama aquella noche. Cuando el cielo, oscuro por una luna escondida de su propio miedo, nos miraba plagaito de estrellas. Cuando el viento, colándose por una ventana olvidada, erizó los vellos de tu nuca y de mis brazos y de las pestañas de tus ojos, que no querían alzar el vuelo.
Tu respiración acompasada al ritmo de las canciones entonadas en mi mente, por una guitarra ausente de dueño, varada en el olvido del flamenco danzar de la agonía, se elevaba poco a poco para ahogarme, entristecerme y lentamente matarme en tus propios aullidos.
Sin Vergüenza.
Y ahora vuelvo, en un mediodía sin sol que valga la pena, a intentar encontrarme en alguna esquina olvidada por mi nombre.

lunes, 6 de agosto de 2007

Aterida por el frío de la ausencia

Recambios y silencios
de terciopelo.

Atlas de un cuerpo
definido por la nada.

Herramientas de un sistema
fundido por los plomos
de tu cordura.

Sigues de pie
junto a mi sombra,
erguido, herido y sonrojado
por la lluvia de mi sangre.

Oscuros y claros aterrándose,
para asustarme y malherirme
y jugar a no ser yo por un minuto.

Tornillos que se aprietan
en torno a mis sienes desnudas
formando heridas a cielo abierto.

Heridas que me recuerdan a ti
y a tu sabor dulce y azulado
y a tus piernas estiradas en mi
cama y en mi cuerpo.

Y en un campo infinito
de trigales que espigan
y pinchan y duelen y arañan
mis labios rasgados por el sol
y el silencio.

Recuerdo, mi recuerdo y mi infancia
dolida, serena y vivida sin vida.

Olvido los momentos amargos
por el color de una naranja
de caramelo y chocolate,
de hielo chirriante en su color
y su sombra.

martes, 31 de julio de 2007

Descontrolada

Hay un viento sideral
que despeina mis ideas
abrazando herido la
paranoia de mi figura
opaca por la niebla.

Viento que desordena
soledades atracadas en
el puerto del delirio emocional.

Emociones del alma, el cuerpo
y los brazos lánguidos
por el calor y la espesura
del angosto patio de butacas
de un teatro crecido en
el silencio de su publico.

Y así, sin más, sin quererlo
y sin vivirlo, troceo
las agmidalas de un cuerpo
inerte por el tiempo
(y el olvido).

sábado, 28 de julio de 2007

Tocando el Sol con las manos...


¡Duele! Su odio duele y quema e hincha los ojos, hundiéndolos en lágrimas.
Su amor no se siente. Pasa a tu lado y te acaricia, como durmiendo. No se nota. Sólo sé que tiene el alma perdida en mí. Como en un serpenteante laberiento, cerrado a las miradas ajenas. Se calla. Se limita a respirar mi mismo aire. Inspirándome a cada calada, a cada momento. Expirándome de su pensamiento a cada segundo. Me echa de allí.
-¿Sientes miedo?
- Quizás. Quizás no quiera sufrir.
- Pero...
- Sí, lo sé. Él dibuja las líneas de mi vida, pero me deja sola para caminarlas, dejándome que me pierda.
-¿Porqué?
- La claridad de su mirar es débil.Débil, frágil, como las alas de una mariposa al batirse. Yo rompo su monotonía para colar una sonrisa dulce, quizás salada, tal vez sin sabor alguno. Aunque él no lo sabe.
Duele y lloro y cruzo los brazos a su indiferencia. Y giro la cara.
-¿Que quieres?
- Que me sonría
-¿Solo eso?
- Eso y que cierre los ojos y que hunda sus manos en mis costillas y que mueva su cuerpo al compás del mío, con la música que el viento hace al jugar con la soledad. Quiero que baile, que baile a la vida y le dé un revés que le duela. Que sepa vivirla bien. Para que se decida por el camino pantanoso de la vida, por el lado oscuro de su mismo sombra. Quiero que lo deje aquí conmigo.

jueves, 26 de julio de 2007

Empiezo una aventura que no sé como saldrá. Nunca me había lanzado a algo así porque creía que no podría. Por que el escribir nunca me ha salido solo, sino por golpes de inspiración. Pero despúes de estar en Mollina, me habeis dado fuerzas(porque esta primera entrada va dedicada a mis escritorzuelos).
Yo no se si es que mi estado anímico es permanentemente melancólico, pero la escritura se ha vuelto prolífica de pronto.
Lo primero que cuelgo: el poema que me hizo llegar al CEULAJ, cuatro años después. Muchas gracias a todos y millones de muaks desde mi soledad portuense.

TE MARCHAS

Dentro de poco olvidaré tu sonrisa
tus labios me dejarán
para volar libres como mariposas,
pronto no volverán a tocar los míos.

Dentro de poco tu perfume se perderá en el olvido
y solo será un recuerdo,
que acompañará tardes de luna.

Pronto no estarás conmigo
y mi alma quedará vacía,
vacía como un soplo de aire fresco
que rozará mi cabello cada amanecer.

Dentro de poco pasearé sin compañía
viendo el lento crecimiento de las flores;
húmedas y cálidas, como dulces de caramelo.

Tardes de viento, mares en calma,
calma que acompaña mi alma abandonada
que vagará por eternos atardeceres de lluvia.

Gotas del cielo, lágrimas, rozarán mis mejillas
como tus manos lo hicieron,
junto a surcos cristalinos.

Pronto dejarás de ser mío,
y tu sombra velará mis noches
como ángeles de plata en el cielo de estrellas;
dormiré sobre un manto de hierba,
que suave y húmeda acompañará mi piel
en los sueños que me recuerden a ti.

Pronto partirás de mi lado,
y yo sonreiré tu partida,
y moriré en tu silencio