lunes, 17 de septiembre de 2007

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Trepando entre tormentas vuelvo la vista atrás.


Porque veintiuno son muchos y pocas mentiras dichas.
Porque veintiuno pasa de veinte y las dos décadas son un cataclismo en mi memoria.
Porque vuelto del revés, es el número doce y no el catorce.

Por eso y más.

Por los cuentos para no dormir, las noches con la luz encendida, las escaleras que daban miedo, los gatos que durmieron sobre mi cama y a los que asusté.
Los mercadillos de regalos inciertos en la puerta de mi casa, las mañanas y las tardes en una piscina llena de largos, las pandillas, el poli y ladrón y el escondite.
Los momentos temidos en la pared de la cafetería, las zanahorias del instituto, las piedras lanzadas al colegio enemigo, los odios, las sonrisas y las fuentes del patio del recreo.
Los bancos que recogen historias, las noches en la playa, socorristas y banderas. Los carnavales de Cádiz, las diosas malas y las elfas inventadas por Ro.
San Juan, los acontecimientos del verano y la sangría de diez en diez litros; la época heavy, las pulseras de pinchos y el negro como mejor amigo.
El autobús y la línea 35, el Clío que me dio la vida hace dos años, la dirección insistida y la pasión por conducir, como el BMW.
La ginebra, el martini con blue tropic. Las excursiones a la granja escuela, el hombre rojo y buscar piedras que creíamos diamantes.
Irlanda, Gales y los italianos con los que me entendí chapurreando fábulas. Praga y su reloj, Bolonia con cerveza de fondo, Venecia que me dio la bienvenida, Florencia y Hallowen. Siempre compañeros. El erasmus que nunca tuve y tendré; ecuador en Alemania, viviendo de poco y disfrutando de todo. Mochilas a cuestas, alemanes que nos miraban raro, Copenhague y los daneses a los que nos llevaríamos a casa.
Madrid…¡Que decir! El miedo por nada, los momentos mágicos, los zulos de seis metros cuadrados y sin cuadrar. El sentimiento novato que nunca olvidaré. Partidos, victorias y derrotas sentidas; juegos, alianzas y sueños por contar que aún nos quedan por que somos muchas.
Los amigos perdidos, los conseguidos, los NMA y los que nunca se moverán de mi lado porque empeño mi vida en conservarlos.
Mollina y sus historias, las mantas, las estrellas, el café insomne, las manzanas que me dieron un nombre, una vida, y la afinidad encontrada en quilos de dulzura y pasión.


Los veintiuno cargados y abotargados, que retienen minutos, horas y tiempos incomprensibles. Que lloran y sonríen. Que gritan, aplauden, encienden, parpadean y suspiran por ocurrir de nuevo.
Porque entre todos no podría elegir.

Porque Veintiuno llega con orgullo y la cabeza bien alta
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Patas de gallo empapadas de lo mejor.

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