viernes, 7 de septiembre de 2007

Besos de ventanas abiertas


Las cosas fingidas son cosas hechas con arte. Arte de retahílas y cuentos, en los que no salen princesas.

Ahora, bebiendo y fumándome la vida, a cada suspiro y cada trago, estoy llegando a aprender a fingir. A no verte y no oírte. A tenerte lejos. A susurrar tu nombre solo cuando no me escuchan, con la impaciencia de saber que no me puedes tocar.

Ahora que no puedo, quiero. Pero seguro que dejaré de querer cuando pueda saborear las mieles del invierno. Cuando el frío no me deje moverme de mi estado (in)gravito.
Cuando el día, la hojarasca errante, el mercader de la esquina, dejen de llamarme a gritos, sin ser yo la que responde.

Ahora, todo es así y da igual. Porque en este instante, que no pasará nunca por el reloj de mi cocina, yo no estoy llorando para nadie.

Porque mis lágrimas son el agua que beberé en la cena.

Y ya no finjo; es triste no entender el arte de entenderte.




1 comentario:

AnA dijo...

Las cosas fingidas son cosas hechas con el arte de que tienen que ser de esta manera y no de otra... Yo también jugaba a beberme la vida(el humo y yo no nos llevamos bien), justo cuando había rabia dentro de mí al no corresponderse los "puedo" con los "quiero", que tanto se retuercen en medio de las sombras. Y un día dejé de oír los gritos, de anhelar los recuerdos y mirar a ambos lados en cada esquina... Y entonces, sólo entonces, yo ya no lloraba para nadie, sino que lloraba por todo. Pero no importa.
"Ahora, todo es así y da igual". Ya no me importa no entender.
Cuídate mucho. Nos vemos pronto. Un beisto muy fuerte.
P.D.: El otro día hice un puddin de manzana y me acordé de ti. A ver cuando me dejas obsequiarte con un trocito...