viernes, 17 de agosto de 2007

Resolución urgente

Me gustan los rincones de chocolate para huir de la sordidez del día desnudo.
Y me gustas tú, y ella que no deja de mirarme, y todas y cada uno de vosotros. Y nadie, porque no me gusta gustar ni que me gusten.
Me gusta el sabor de la sal en el pelo, después de un baño eterno y húmedo; me gusta rebozarme en la arena y perder la conciencia de ser persona. Me gusta y me gusto y te gusta y más.
Pero no me gusta solearme a los cuatro vientos, ni cogerme con pinzas las ideas de las manos, ni treparme el esqueleto hasta llegar al cielo de mi cabeza, asomándome a la ciénaga del olvido idiota.
Me gustan los libros y su olor y su pasta de color caramelo de café. Y las letras fotocopiadas en los folios transparentes y absurdos. Me gustan los versos siniestros y las rimas romanticonas que no arrancan lágrimas ni a las libélulas con sueño.
Me gustan los turbantes de los faquires de los cuentos y las boas que salen de cestas de mimbre amarillo y verde al compás de la música.
Las bellas durmientes que derrochan horas en construir sueños, castillos en el aire que algún diablo soplón derrumbará de un golpe de maldad certera.
Princesas y príncipes alados y sapos, con coronas de espinas doradas que hacen cosquillas. Me gustan los cuentos y fantasías de miel de abeja turulata, pero no me gusta la larga trenza de Rapunzel.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola wapisima!
Que de tiempo sin poder leer niguno de tus escritos!! Aun recuerdo aquellas largas clases en el instituto cuando escribias historias y me encantaba leerlas. Entonces ya despuntabas como una gran escritora y ahora... ya no hay ninguna duda al respecto! ¡Eres genial! Un besazo muy muy grande!! Eva

Cristina Castro Moral dijo...

Me encanta :) A mí me gusta lo que tú escribes y Amélie, que la vi ayer por primera vez y me dejó deshauciada de mi órbita. No me gusta el silencio de domingo por la tarde cuando no hay duendes ni sonatas de cedro.