domingo, 27 de julio de 2008

Amaneceres rotos





Volviste temprano, de mañana y con las manos muy frías. También tenías el olor de la sal fotocopiado a la piel. Sal que desparramamos en la cama, cuando nos dimos la bienvenida, a tientas, yo sin abrir los ojos, casi sin abrir la boca.

Pasamos encerrados cerca de dos días.
Reconociéndonos el uno al otro como el médico a su paciente. Aprendiendo la lección que habíamos olvidado en la distancia. Recuperando los pliegues de nuestros cuerpos, fraccionando el tiempo en minutos y segundos en los que mis manos rizaban tu pelo y tú acariciabas mis sentidos.

El sol rozó la curva de nuestras caderas a través de las persianas y con las mismas nos seguimos asfixiando a besos, abrigándonos los poros para no sentir frío, recorriendo los resquicios sordos por algún estruendo cósmico, despojándonos de trucos y mentiras, convirtiéndonos en marionetas de una apacible melodía que tarareabas en mi oído.




Cegados por la delicia de tocarnos.








....de vuelta y media....
.

4 comentarios:

Silvia dijo...

Casi siento la fragancia táctil del reencuentro. Quiero verte pronto y llamarte Mamanzanita :-(

Besos apretujados

AnA dijo...

Seguro que contigo no se atrevía a darnos la bienvenida ningún amanecer roto a menos que nos encargásemos nosotros de ello a base de risas, abrazos, besos, historias de tanto tiempo...

Quiero que me digas "peque" todos los días.

***
Nos vemos en Córdoba.
xxxoxx

Cristian dijo...

Yo he llegado de nuevo aquí... y me gustaría tenerte ahora entre mis brazos leyendónos poemas y contando secretos en silencio.
=)

Silvia dijo...

Necesito que vuelvas disfraza de palabras, porque te echo de menos, más que nunca.