martes, 25 de septiembre de 2007

Arrumacos



Ríos de tinta, carnicería de corazones.



Pseudo (des-) inspirada.



Caminito y vuelta.



Y dos soles para un sólo día, único y de siete horas.






A falta de fotos,

buenos son cuadros.

Hoy, Signac.

martes, 18 de septiembre de 2007

Trapecios

Generando miserias llegué a un callejón sin nombre.

Los vasos a medio llenar
por colores opacos y nublados
de gotas del alcohol ínfimo
y catecista de sus ojos.

Las luces a medio encender
tornadas impolutas y sinceras
del ambiente ambivalente
de sus palabras.

La música a medio sonar
alcanzando corcheas imposibles
en el pentagrama perpendicular
de sus manos.

El viento a medio soplar
entre nubes de golosina
y azúcar moreno encendido
en su memoria.

Los pasos a medio pisar
en un camino fangoso
y florido a los pies
de su arbitraria orientación.

Crápula disipado por el color
de la noche encendida
por farolas de terciopelo.

Depravado compañero de infortunios
atorando verdades con la lengua bífida
por la que silva atrocidades
de sabor mentolado.



Así me acompaña en la noche en la que me pierdo.



Diluyendo la realidad a buchaitas.

lunes, 17 de septiembre de 2007

.............



Trepando entre tormentas vuelvo la vista atrás.


Porque veintiuno son muchos y pocas mentiras dichas.
Porque veintiuno pasa de veinte y las dos décadas son un cataclismo en mi memoria.
Porque vuelto del revés, es el número doce y no el catorce.

Por eso y más.

Por los cuentos para no dormir, las noches con la luz encendida, las escaleras que daban miedo, los gatos que durmieron sobre mi cama y a los que asusté.
Los mercadillos de regalos inciertos en la puerta de mi casa, las mañanas y las tardes en una piscina llena de largos, las pandillas, el poli y ladrón y el escondite.
Los momentos temidos en la pared de la cafetería, las zanahorias del instituto, las piedras lanzadas al colegio enemigo, los odios, las sonrisas y las fuentes del patio del recreo.
Los bancos que recogen historias, las noches en la playa, socorristas y banderas. Los carnavales de Cádiz, las diosas malas y las elfas inventadas por Ro.
San Juan, los acontecimientos del verano y la sangría de diez en diez litros; la época heavy, las pulseras de pinchos y el negro como mejor amigo.
El autobús y la línea 35, el Clío que me dio la vida hace dos años, la dirección insistida y la pasión por conducir, como el BMW.
La ginebra, el martini con blue tropic. Las excursiones a la granja escuela, el hombre rojo y buscar piedras que creíamos diamantes.
Irlanda, Gales y los italianos con los que me entendí chapurreando fábulas. Praga y su reloj, Bolonia con cerveza de fondo, Venecia que me dio la bienvenida, Florencia y Hallowen. Siempre compañeros. El erasmus que nunca tuve y tendré; ecuador en Alemania, viviendo de poco y disfrutando de todo. Mochilas a cuestas, alemanes que nos miraban raro, Copenhague y los daneses a los que nos llevaríamos a casa.
Madrid…¡Que decir! El miedo por nada, los momentos mágicos, los zulos de seis metros cuadrados y sin cuadrar. El sentimiento novato que nunca olvidaré. Partidos, victorias y derrotas sentidas; juegos, alianzas y sueños por contar que aún nos quedan por que somos muchas.
Los amigos perdidos, los conseguidos, los NMA y los que nunca se moverán de mi lado porque empeño mi vida en conservarlos.
Mollina y sus historias, las mantas, las estrellas, el café insomne, las manzanas que me dieron un nombre, una vida, y la afinidad encontrada en quilos de dulzura y pasión.


Los veintiuno cargados y abotargados, que retienen minutos, horas y tiempos incomprensibles. Que lloran y sonríen. Que gritan, aplauden, encienden, parpadean y suspiran por ocurrir de nuevo.
Porque entre todos no podría elegir.

Porque Veintiuno llega con orgullo y la cabeza bien alta
.





Patas de gallo empapadas de lo mejor.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Madrid susurra al oido

Atrapando moscas con la lengua
ve lo convexo de la mirada
idiota y malherida por el sinsabor
de los labios que no quieren besarle.

Atrapado en la tela de araña
de la inocencia incierta,
pierde la ropa en la selva
de las palabras encantadoras
de serpientes.
.................

El cielo se torna azul y verde,
sin ser naranja, y las esquinas
de la piel se atropellan en la
carrera loca por volverse
círculos de sangre.

Los transeúntes inútiles
de sí mismos
trazan eses con sus pasos
de ciego y borracho,
descarriados por el olvido.
...................

Olvidado y sin rumbo
se siente zombi sin serlo
haciéndole estallar en carcajadas
de naranja y menta,
como el After Eight.

Amenazado por las aguas cristalinas
de un río sin corriente ni canchales,
remonta el curso con un cadáver
exquisito entre los brazos de plomo.


Y se acuerda y recuerda

viernes, 7 de septiembre de 2007

Besos de ventanas abiertas


Las cosas fingidas son cosas hechas con arte. Arte de retahílas y cuentos, en los que no salen princesas.

Ahora, bebiendo y fumándome la vida, a cada suspiro y cada trago, estoy llegando a aprender a fingir. A no verte y no oírte. A tenerte lejos. A susurrar tu nombre solo cuando no me escuchan, con la impaciencia de saber que no me puedes tocar.

Ahora que no puedo, quiero. Pero seguro que dejaré de querer cuando pueda saborear las mieles del invierno. Cuando el frío no me deje moverme de mi estado (in)gravito.
Cuando el día, la hojarasca errante, el mercader de la esquina, dejen de llamarme a gritos, sin ser yo la que responde.

Ahora, todo es así y da igual. Porque en este instante, que no pasará nunca por el reloj de mi cocina, yo no estoy llorando para nadie.

Porque mis lágrimas son el agua que beberé en la cena.

Y ya no finjo; es triste no entender el arte de entenderte.




lunes, 3 de septiembre de 2007

Zarandeando tretas del destino


Catarsis de músculos rotos,
endorfinas mutantes agitando
cerebros de plastilina y miel.

Parquímetros de verdades,
cuchillas de afeitar escombros,
retahílas de los versos
encendidos en las ramas de un ciprés.

Pizpiretas con narices rojas.
Muñecas de papel y trampas
sonrojando margaritas
al tiempo de granizo y piel

Borbotones de insultos nocivos
escupidos con hambre y sin ganas.

Nieblas y artimañas
en un vaso de sorbete de limón.
Mezcladas, turbadas y vomitando
lechuzas de ojos pardos.



Así me siento, sin sentido alguno.

sábado, 1 de septiembre de 2007

El teatro de la vida



Suspiro.
Suspiro y entro.
Suspiro y las voces hablan por mí.
Los focos cegadores, las luces de una escena cuidada, las sombras del patio de butacas
extendidas a un fin oscuro, penumbroso.
Los susurros, las miradas cruzadas, las manos de un marido tembloroso, una puerta que se
tambalea por el ímpetu del comienzo.
Una tos, un guiño furtivo, un apretón de manos bajo las faldas. La complicidad aparente, todos a
una de una vez por todas. Por todas y durante un fin de semana eterno, suspendido en
coordenadas invisibles, donde el tiempo pasa en cuentagotas. Tres días de certidumbre que
eclosiona tras tres meses de instantes de temor.
Cuando el público ríe, mi cuerpo suspira. Expulsa a bocanadas el aire constreñido en los
pulmones. Nadie lo nota, pero yo suspiro hasta deshincharme y desaparecer.
Después de tanto, de tan poco, la mente se hace pequeña, solo queda el disfrute personal de
colgar una sonrisa de tu cara. Satisfacción, sentimientos contrariantes y contrariados, risas,
lágrimas, temor, suficiencia, valentía, apoyo, moral y mucha mierda. Y rapidez, compenetración,
nerviosismo, acciones confundidas, palabras que parecen querer trabarse en la lengua, escaleras
que crujen y dan miedo, carreras en los vestuarios, cambios de peinado, apretones de manos,
abrazos, bien hecho amigo.
IMPROVISACIÓN, de la que saca de apuros, de la que se disfruta en el ultimo día, cuando tu eres
el que escribes tu papel, del final al principio.
Suena la música. Saltos, luces, apariciones estelares, regalos para el recuerdo.
A mí, solo me cabe suspirar.





Emitiendo desde Madrid, anhelo y memorias.
Y por fin, ¡tristrás!